Chile presenta leves avances en políticas contra la discriminación en materia de remuneración de la mujer, destacó un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La tasa de participación femenina en el mundo laboral crece sostenidamente, pero persisten problemas discriminatorios
La razón principal de la disparidad de ingresos estaría provocada por el inferior capital humano de la mujer y las trayectorias intermitentes de su carrera profesional, sin embargo, la disparidad de género en la educación se reduce y en muchos casos la escolaridad de mujeres supera la de los hombres.
En general todos los países a nivel mundial consignan adelantos en materias de ingresos de las mujeres comparados a los de los hombres. En América Latina los mayores avances tuvieron lugar en Paraguay, con un 19% de mejoramiento; Colombia, con 14%; y en niveles más modestos figuran Chile, con 5%, y Ecuador con 1%, según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT): “La hora de la igualdad en el trabajo”.
Sin embargo, el análisis entrega un minucioso detalle de las situación de discriminación que aún perdura, pese a que las mujeres representan cerca del 45% de los trabajadores de comercio y el 49% en el ámbito profesional y técnico.
En consideraciones de carácter global sobre las causas de esta situación, el informe de la OIT puntualiza que se estima como factor determinante de las desigualdades de remuneración por razón de sexo, la restricción o la prohibición legal (en algunos países) de que la mujer trabaje en horas extraordinarias o con horario nocturno.
Otro factor está relacionado con la idea que la contratación de mujeres implica un costo alto.
En estos costos –de acuerdo con el estudio- se incluyen las prestaciones de protección de la maternidad; el ausentismo supuestamente mayor de las mujeres; su menor disposición para trabajar horas extra; su compromiso e interés menores para con el trabajo y una movilidad más restringida en relación con la de los hombres.
Sin embargo en una visión más allá de estos argumentos, el estudio indica que la discriminación de la mujer en el ámbito laboral pasa asimismo por una “falta general de comprensión de la diferencia entre los conceptos igual remuneración por trabajos iguales o similares, e igual remuneración por trabajos de igual valor”.
Estos elementos constituyen factores negativos “que perpetúan de alguna forma la desigualdad en materia de remuneración”. Incluso -agrega el documento- las tasas salariales y las escalas de sueldos desiguales, una vez establecidas, pueden aplicarse para desfavorecer los niveles de ingresos de las mujeres.
Por ejemplo –prosigue el informe- en India, la clasificación salarial de los trabajadores calificados y no calificados en ocasiones ha ubicado a las mujeres dentro de la categoría salarial no calificada y peor remunerada, y a los hombres dentro de la categoría salarial mejor pagada, independientemente de la naturaleza o el nivel de calificaciones del puesto de trabajo.
En el caso de Argentina, Brasil y México las clasificaciones se concentran en cuatro categorías ocupacionales: trabajadoras en el sector de servicios, oficina, actividades de comercio y venta, profesionales y técnicos. Mientras que en la categoría relativa a comercio y ventas la diferencia de ingresos varía entre el 68% y el 74%, en la categoría de profesionales y técnicos las argentinas ganan 81% de lo que ganan los hombres del mismo grupo ocupacional.
En Brasil, las mujeres perciben el 64% de lo que reciben los hombres por el mismo trabajo realizado.
En muchos países industrializados y en desarrollo, -dice el documento- el cambio de las mujeres hacia trabajos dentro de esferas más amplias y mejor remuneradas ha posibilitado un incremento en los ingresos femeninos superiores, comparados con los ingresos de los varones.
La brecha entre los ingresos suele ser menor en los países en donde la negociación colectiva está centralizada y donde se hace hincapié en políticas salariales igualitarias en general (por ejemplo, Australia, Noruega y Suecia). Y suele ser mayor en los países que recalcan un papel tradicionalmente no igualitario de las mujeres en el mercado del trabajo( por ejemplo, Japón) o en los que fijan de forma descentralizada los salarios en función del mercado, realizando negociaciones en el ámbito de la empresa (por ejemplo Estados Unidos), señala el informe de la Organización Internacional del Trabajo “La Hora de la igualdad en el Trabajo”.
Desde 1995, agrega el informe, los datos indican una tendencia general descendente del desequilibrio de ingresos promedio entre los hombres y las mujeres, con un aumento, en algunos países, de los ingresos de las mujeres con respecto a los de los hombres. “Los mayores incrementos quizás se hayan registrado en países como Eslovenia, Polonia y Rumania, donde los ingresos de las mujeres ya eran relativamente altos comparados con los de los hombres”, precisa el informe
Respecto a América Latina, el documento “La hora de la...” subraya que la relación entre el ingreso promedio por hora del trabajo entre los varones y las mujeres de los sectores no agrícolas aumentó del 68% al 78% entre 1990 y 2000, mientras que el coeficiente de ingresos mensuales aumentó de 59% a 66%.
La diferencia entre esos dos indicadores se debe al menor tiempo medio de trabajo de las mujeres (39,9 horas semanales para las mujeres, en relación con 46,8% para los hombres). “Este crecimiento se produjo en el contexto de un incremento del producto interno bruto (PIB), el crecimiento del empleo y la “feminización” de la fuerza de trabajo”, se precisó.
En la elaboración de su informe sobre América Latina –explica la OIT- todos los países comunicaron adelantos en materia de ingresos de las mujeres comparados al de los hombres. Los mayores avances tuvieron lugar en Paraguay con 19%, Colombia con 14%; y más modestos en países como Chile, con 5% y el Ecuador con 1%.
Fuente: http://www.ine.cl